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sábado, 20 de octubre de 2007

CABO POLONIO: MONUMENTO NATURAL

Cabo Polonio, tan fascinante como peculiar: tiene limitados servicios, carece de agua potable y de luz eléctrica. Es un peñón de arena y roca, sin árboles, en el que se desparraman desordenadas casitas de irregular arquitectura, rodeadas del ruido intenso del grito de los lobos, constante viento y la bravura del océano. A pesar de su precariedad, su visita resulta cautivante.

Cuenta con dos extensas playas de finas arenas, ideales para baño y para el buceo. Es excelente pesquero deportivo durante todo el año.






Cementerio de numerosos barcos naufragados en su laberíntico roquedal, ha dado origen a múltiples historias y leyendas que se suman al misterioso encanto del lugar.

El peñón rocoso que, mar adentro, se prolonga en tres islas-hogar de lobos marinos, sirve de base al faro de 25,6 m que es rodeado por familias de lobos que compiten por el espacio y el sol, con los turistas.

Las dunas del Polonio que años atrás eran más numerosas, se trasladan y cambian de ubicación como si tuvieran vida propia. Por decreto presidencial, en 1966, fueron declaradas "monumento natural", lo cual no ha impedido la construcción irregular que atenta contra la supervivencia de esta maravilla.

No existe ruta que permita acceder en automóvil. Para llegar al Cabo, se puede recurrir al servicio de carros tirados por caballos, de jeeps o vehículos todo terreno, que ingresan a través del camino que parte del kilómetro 264 de la ruta 10. En la ruta, hay lugar donde dejar el vehículo a reparo y custodiado. El viaje dura unos 55 minutos, de trayecto por bosque y playa.

Las mismas opciones se ofrecen en el balneario Barra de Valizas, desde donde, además, se puede ir caminando por la playa, atravesando las dunas.



DUNAS: MONUMENTO NATURAL

Las prolongaciones de la Sierra de Carapé, alcanzan la altura máxima en la Sierra de los Rocha, con 332 m. Toda la zona es de gran belleza panorámica.

Colinas y lomas, se encuentran afectadas por la erosión y dan lugar a grandes zanjas o cárcavas, muy visibles en la zona costera. Además, repartidas en forma discontinua por la costa, aparecen enormes barrancas que dan al entorno un cariz especial. Con sus hendiduras y formaciones crateriformes, dejan al descubierto las diferentes capas que las componen y, en casos como Santa Isabel de La Pedrera, permiten echar a volar la imaginación ante la aparición de pequeñas formaciones ovoides en sus laderas.

Bordeando las playas, emana otra de las maravillas que hacen de Rocha un sitio irrepetible: la franja de dunas y médanos, entre las que se encuentra el Cerro de la Buena Vista, la más alta de Sudamérica. A 50 m de altura, su cima expande un panorama espectacular: la isla del Castillo, las playas, el Cabo Polonio, la Laguna de Castillos...

En la base de esta imponente masa granítica sobre la que se adosa la arena, se ve un mojón de mármol rústico, que soportó uno de los tres Marcos traídos especialmente desde Lisboa, para delimitar los imperios de España y Portugal, de 1750 a 1777. La parte superior de ese Marco, se exhibe hoy en la Fortaleza de Santa Teresa.

Las dunas de Cabo Polonio alcanzan hasta 30 m de altura y a pesar de haber sido declaradas monumento natural, su belleza y fragilidad son tales que, cualquier modificación producida en el entorno, puede hacerlas desaparecer.

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